CUENTOS CORTOS |
Un
día, Tío Conejo estaba comiendo zapotes arriba de un árbol, y Tío
Coyote, como siempre, lo andaba persiguiendo. Cuando Tío Conejo lo vio
pasar, le gritó:
–iOy, Tío Coyote!
–Conque ahí estás ... Hasta hambre ando aguantando por andar detrás de vos –le dijo Tío Coyote.
–¿y para qué me busca, pues? –le preguntó el conejo, haciéndose el que no sabía.
–Hoy te como –le dijo Tío Coyote.
–Qué raro ... –le respondió Tío Conejo–, qué raro que usted me va a comer siendo yo tan bueno con usted.
–Pero te como, 'es demás' –le dijo Tío Coyote.
–Mire –le dijo Tío Conejo–, si tanta hambre tiene, pruebe lo que estoy comiendo –y le tiró un pedazo de zapote.
Al coyote le gustó el zapote. Al darse cuenta, Tío Conejo buscó otro maduro, y se lo tiró también.
–¿Ya se llenó? –le preguntó Tío Conejo.
–y qué me voy a andar llenando –le respondió Tío Coyote–, solamente que me tirés uno grande.
–Ah ... , le voy a buscar uno bien maduro, pues –le dijo Tío Conejo.
El conejo cortó un zapote muy grande, que él calculó que no le cabía en la boca, y le dijo:
–Mire ... , pero éste sí no lo vaya a dejar caer, porque se deshace. Abr
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